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Jorge Castellanos & Isabel Castellanos, Cultura Afrocubana, tomo 2, capítulo 1

Jorge Castellanos & Isabel Castellanos

Cultura Afrocubana, tomo 2,
El negro en Cuba, 1845-1959

Capítulo 1. Abolicionismo, anexionismo y reformismo: 1845-1868

Ediciones Universal, Miami 1990, págs. 17-137

Era inevitable: tras la crisis, el reajuste. En los años que siguen inmediatamente a los terrores de La Escalera, todos los grupos sociales de la Isla (y los extranjeros interesados en ella) reexaminan y readaptan, en muy variadas formas, sus relaciones recíprocas. Los esclavistas y sus esclavos; los criollos libres (blancos, negros y mulatos) y sus dominadores hispánicos; el gobierno español (en Madrid y en La Habana) y los de Estados Unidos y la Gran Bretaña; los negreros y los abolicionistas: todos buscan un nuevo acomodo en la nueva circunstancia histórica. En consecuencia, se producen algunos cambios de indudable importancia, aunque las estructuras sociales y políticas básicas permanecen incólumes por lo menos hasta 1868. Vamos a ver por qué.
Vacilaciones de la burguesía: esclavitud y servidumbre contractual
A lo largo de toda su historia, debido a su privilegiada posición estratégica y su gran riqueza, Cuba ha sido centro de innumerables intrigas de las potencias internacionales. Después de 1844, los tres factores decisivos de la ecuación diplomática en que se veía envuelta la Isla eran Inglaterra, Estados Unidos y España. La primera, por aquella época en la cumbre de su poderío, trataba de imponerle al gobierno de Madrid su antitratismo radical, tanto por razones de interés económico como por la necesidad política de prestar atención a la vigorosa corriente abolicionista que se agitaba en su seno. Estados Unidos, que desde los tiempos de John Quincy Adams, a principios de siglo, veía en Cuba una «fruta madura» lista a caer en su regazo, ahora, en los tiempos de James Polk y de Franklin Pierce, salía abiertamente al mercado y presionaba a España para que le vendiera lo que por pura gravitación no acababa de separarse del árbol metropolitano. (A este respecto, se enfrentaban las dos potencias anglosajonas. Antes de que Cuba cayese en manos norteñas, Inglaterra prefería que siguiera en manos hispanas). Por su parte España, empantanada en una prolongadísima crisis política, se aferraba con todas sus fuerzas a la posesión de una colonia que le producía ingresos fiscales de decisiva importancia. Y maniobraba sin cesar, tratando de dividir a sus adversarios para así conservar a Cuba en su poder. Sobre ese trasfondo internacional, que la enmarca y condiciona, la esclavitud entra en nuevo período de desarrollo a mitad del siglo XIX, precisamente cuando en lo interno una honda revolución tecnológica estremecía hasta sus cimientos a la industria azucarera del país.

Facsímil del original impreso de este capítulo en formato pdf

 

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