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Jorge Castellanos & Isabel Castellanos, Cultura Afrocubana, tomo 3, capítulo 2

Jorge Castellanos & Isabel Castellanos

Cultura Afrocubana, tomo 3,
Las religiones y las lenguas

Capítulo 2. Las reglas congas

Ediciones Universal, Miami 1992, págs. 127-202

Los negros conocidos en Cuba como congos proceden, ya lo vimos en el primer tomo de esta obra, de una extensa zona del África occidental que comprende desde el sur del Camerún hasta la parte meridional de Angola e incluye el área de Mozambique, en la costa sureste del continente africano. Entre los pueblos que hallamos en esta región se destaca el kongo o bakongo propiamente dicho, cuyo idioma –el kikongo– sirvió de base, como examinaremos en un próximo capítulo, a la lengua conga cubana y cuyo sistema de creencias y prácticas religiosas influyó de modo decisivo en la conformación de las Reglas Congas de la Isla. Lo que parece haber sucedido es que –como explica Robert F. Thompson (1981)– una mezcla de la cultura kongo y las con ella relacionadas se combinó en el Nuevo Mundo con los elementos comunes y más importantes de la cultura general bantú, prestándole incluso su propio nombre. Recuérdese que en Cuba se llama Congo a todo lo bantú.
Al llegar a Cuba, los negros congos se encontraron en ciudades, campos y barracones con otros de diversa etnia, religión y lenguaje. Así, por ejemplo, convivieron con numerosos lucumíes (yorubas) que, entre otras cosas, poseían un sistema religioso diferente. La religión conga, desde temprano, se vio influida por la Regla de Ocha y por prácticas católicas. El proceso de sincretismo es comprensible: las religiones lucumí y conga, lejos de ser contradictorias, son perfectamente complementarias. La Regla de Ocha hace énfasis en el culto a las deidades u Orichas y, aunque emplea la magia, el resultado de la misma está supeditado a la voluntad incontrolable de los dioses. Las Reglas Congas carecen de un panteón complejo de divinidades, mas poseen un amplio y multifacético sistema de magia que, según sus creencias, es extremadamente eficaz y procede directamente de Nsambi, de Dios. El congo adopta como suyos los Orichas lucumíes y les otorga nombres congos y españoles. Los fieles lucumíes, por su parte; aunque teóricamente deban mantenerse separados de las prácticas congas, frecuentemente acuden a ellas en caso de gran necesidad y no es extraño que un sacerdote congo se inicie más tarde en Ocha.

Facsímil del original impreso de este capítulo en formato pdf

 

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