Jorge Castellanos | Cultura afrocubana: 1 α 1 2 3 4 ω · 2 α 1 2 3 4 ω · 3 α 1 2 3 4 ω · 4 α 1 2 3 4 5 6 ω |
Ediciones Universal, Miami 1990, págs. 329-429
Desde los días de la Guerra del Año Doce hasta los de la dictadura de Fulgencio Batista –la iniciada en 1952– el «problema negro» sigue, con mayor o menor ilación, los vaivenes del «problema cubano». Hay momentos de desilusión y desencanto. Y momentos de renacida esperanza. Hay momentos de graves tropiezos y desesperantes frustraciones. E instantes de lucha heroica, de grandes victorias y progresos, a veces obvios, a veces callados pero roturadores. En ocasiones los extremos se tocan y ambas actitudes y resultados se producen al mismo tiempo. La primera etapa de este proceso culmina con la Constitución de 1940. Y a este período hay que dedicarle una brevísima mirada retrospectiva.
La crisis de la conciencia cubana: 1902-1940
La primera generación republicana crece en una época dominada por un hondo pesimismo cívico que, sin embargo, misteriosamente guardaba en el hondón los rescoldos de la antigua pasión patriótica y la fe en los destinos nacionales. Su gesto es el mismo, sencillo y complejo, que predomina en las repetidísimas estrofas de uno de los representantes más puros de la generación precedente, el poeta de la Revolución Libertadora, el cantor del ideal separatista, Bonifacio Byrne:
Al volver de distante ribera,
con el alma enlutada y sombría,
afanoso busqué mi bandera
¡y otra he visto además de la mía!
¿Dónde está mi bandera cubana
la bandera más bella que existe?
¡Desde el buque la vi esta mañana
y no he visto una cosa más triste!...
Con la fe de las almas austeras
hoy sostengo con honda energía
que no deben flotar dos banderas
donde basta con una: ¡la mía!
...
Si deshecha en menudos pedazos
llega a ser mi bandera algún día...
¡nuestros muertos alzando los brazos
la sabrán defender todavía!
Facsímil del original impreso de este capítulo en formato pdf
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